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Foto del escritorAgustin Bohé

Taylor's Version, una forma de ver la industria

Taylor Swift presentó el viernes 9 de abril la regrabación de "Fearless", el segundo disco de su carrera. Después de que su antigua disquera haya vendido sin su autorización las copias maestras de sus primeros seis discos, la artista le hace frente a los empresarios tomando una decisión que le garantizaría recibir la totalidad de las ganancias de su música.


En la industria musical convergen muchos intereses. Sobre todo cuando se deja al descubierto la idea de que la propiedad de la música no es de quien la escribe sino de los hombres que no tuvieron nada que ver creándola. Si bien los contratos con los sellos discográficos pueden variar, siendo algunos más convenientes que otros al punto de asegurarle más control al artista sobre su arte, lo cierto es que cuando sos adolescente y estás iniciando una carrera, casi nunca la negociación es a tu favor.


Año 2008: catapulta al estrellato con "Fearless"


Una adolescente conocida como Taylor Swift lanzó "Fearless", su segundo álbum de estudio. Con su primer disco ya había logrado dar que hablar. Firmó con el sello discográfico Big Machine Records, fundado por Scott Borchetta y surgió como una artista country que tenía otra narrativa que ofrecer en el género. Logró a la perfección interpelar a un público joven que se sintió identificado con sus letras y que hasta ese momento no consumía música country. "Fearless" le valió su primer Grammy. Fue aclamado por la crítica al punto de ser el trabajo más premiado en la historia del género hasta ese momento.


Todas las canciones del disco están escritas o co-escritas por Swift. Y cada una de ellas la llevarían de los pequeños festivales a los multitudinarios estadios alrededor del mundo. Después de dispararse a la fama con canciones como "Love Story" o "You Belong With Me", construyó una nueva faceta pop que la mantuvo en la cima de los charts con nuevos éxitos como "Shake it Off" o "Look What You Made Me Do".


Año 2019: la artista de la década


Diez años después, los American Music Awards estaban por consagrar a Taylor Swift como la "Artista de la Década". Con siete discos hasta ese momento, el último dejando atrás al sello Big Machine para firmar un nuevo contrato con Republic Records, Swift se preparaba para presentar un medley de sus principales hits en la premiación, aún cuando gracias a dos hombres poderosos de la industria, Scott Borchetta y Scooter Braun, no tenía la libertad de interpretar sus viejas canciones. Durante esos diez años después de sus comienzos pasaron muchas cosas.

Esa noche la cantante se plantó sobre el escenario de la premiación con una camisa blanca cubierta de todos los nombres de los discos que legalmente no le pertenecían. Al mismo tiempo arrancó el medley con "The Man", un tema que hasta ese momento no había salido como sencillo pero que expresaba todo lo que Taylor tenía para decir sobre la industria.


"Estoy tan harta de correr tan rápido como puedo, preguntándome si llegaría antes si fuese un hombre."

Lejos de ser una love story


Scooter Braun, conocido por ser representante de Justin Bieber entre otros artistas, le compró a Scott Borchetta la discográfica con la que Taylor publicó sus primeros seis albums, Big Machine Records. Ese fue el comienzo del problema para la artista. Con la venta del sello, Borchetta vendió a su vez las copias maestras de los seis primeros discos de Swift sin su autorización. Desde ese momento la música que ella misma había escrito siendo adolescente en su habitación y la había llevado al estrellato ya no le pertenecía. Pasó a estar en manos de Braun. No tenía autonomía para cantar sus canciones ni tampoco gran parte de las ganancias por la explotación de su música.


Al momento de viralizarse el problema, diversos nombres empezaron a circular y a tomar bandos. Justin Bieber fue uno, quien salió en defensa de su representante. También así lo hizo Kanye West, que anteriormente ya había mostrado actitudes misóginas con la artista, desde la vez que Swift ganó un VMA a mejor video femenino con "You Belong With Me" y el rapero le sacó el micrófono sobre el escenario para decir que el video de Beyoncé había sido mejor, hasta cuando la llamó zorra en una canción.


Frente a este contexto, Taylor Swift decidió regrabar cada uno de sus discos, empezando con su segundo trabajo, "Fearless". Además la artista todavía tiene el derecho editorial de sus canciones y puede bloquear a los dueños de las grabaciones originales de usarlas en películas, series, programas de televisión y publicidades, evitando así que adquieran ganancias por su uso.


La versión de Taylor


La versión de "Fearless" de Taylor se acerca muchísimo al trabajo original, lo que nos deja pensar que esas canciones que salieron por primera vez en el 2008 y contaban historias sobre enamorarse por primera vez o tener quince años con una instrumentación a base de guitarras y banjos también nacían de Taylor. Sin embargo la regrabación no deja de ser un posicionamiento político frente a la coerción de los hombres de la industria que más que emprender por el valor de la música buscan sacar provecho de sus artistas. Frente a una industria machista, el caso de Taylor es un claro ejemplo.


Las diferencias con las viejas versiones son mínimas. Si bien la voz de la artista maduró con el tiempo, los arreglos, los instrumentos, las melodías permanecieron casi inalterables. Al track list del disco se sumaron seis temas inéditos, incluyendo un remix bailable del primer single, "Love Story". Elegir entre "Fearless" y "Fearless (Taylor's Version)" se volvió una decisión ética para sus fans. Y si algo caracteriza la carrera musical de Taylor son los "swifties". Su comunidad de fans ha demostrado apoyarla incondicionalmente a lo largo de toda su trayectoria y este episodio bisagra con su música vieja no fue la excepción.


Mirá lo que me hiciste hacer


Lejos de ser simplemente una venganza, la regrabación de cada una de sus canciones le otorgaría el control total sobre ese material. Si bien las copias maestras dejaron de pertenecerle en el momento en que se vendió Big Machine Records, Taylor nunca dejó de tener la propiedad de la letra y buena parte de la música. Una vez relanzados los seis primeros discos, la cantante sería titular de los derechos fonográficos como así también de los derechos editoriales de cada tema.


Otros artistas han recurrido a la misma estrategia. Si bien en el medio interactúan diferentes factores, Frank Sinatra en su momento hizo algo parecido al querer cambiarse de disquera. Sin duda hay muchos intereses de por medio. Teniendo en cuenta estos antecedentes, los sellos discográficos incluso pueden incluir en sus contratos una cláusula que le prohíba al artista la regrabación de temas viejos por varios años desde que se publica la obra.


Desde luego el caso de Taylor Swift estalló como una bomba nuclear en la industria. Su actitud intimidó a una gran porción de hombres poderosos del ambiente al hacerles frente a través de una decisión estratégica que la podría llevar a un negocio millonario. Sin embargo lo más importante a destacar, en este contexto de relaciones de poder entre empresario y artista, es que esta vez es la artista la que tiene el control de todo su arte.


 

Foto AMAS por: Kevin Winter

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